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Almas Gemelas, una experiencia personal

Almas Gemelas, una experiencia personal

Una experiencia personal sobre las Almas Gemelas según la Kabalá que vale la pena contar.

Primeramente agradezco profunda, muy profundamente, al Amo del Universo por haberme dado la enorme bendición de venir a la tierra a corregir mis errores, de estar viva, de poder amar con el corazón pleno, de permitirme tener el mérito de encontrar a Kurt, mi alma gemela, de aprender a soportar la enorme energía que circula entre nosotros para que siempre prime el amor al odio. Gracias Dios y gracias Kurt.

 “Se son Rose, Fioriranno”. Viejo adagio italiano.

De bueyes perdidos y de amores reencontrados

A continuación mi historia de amor: Quizás otro de los dones de Dios a través de mis seres de luz, mi hermano menor, una semana antes de pasar al otro plano me había dicho que, de todos los hermanos, yo era la que estaba más cerca de la felicidad. Quizás desde allá pudo mostrarme mejor el camino. Esta historia se podría encabezar con la frase: "Pide y se te concederá" extraída de la Biblia.

Conocí a mi primer amor a los 16 años, el de verdad, digo, no el amor platónico adolescente o el amor simbiótico de la primera juventud, en una situación muy particular en la que tanto él como yo estábamos de novios con dos personas que eran hermanas. Algo diferente a todo pasó desde ese primer encuentro. Era una fiesta de disfraces y de pronto él me tomó de la mano y me dijo: Bailá conmigo, así, de guapo, de prepotente, entre troglodita y sensual. Me mató. Me dio una sensación oceánica.

Sufrí el ataque de lo que los sicilianos llaman “el rayo”. Mario Puzo lo explica en El Padrino: el corazón late de prisa, uno se siente aturdido, la sangre bulle, se aguza el olfato, el cuerpo se vuelve ingrávido, parece estar en otro mundo. O sea: flechazo, amor a primera vista o ataque del rayo. 

Si conocen un poco de psíquicos y poderes mentales sabrán que en el contacto con el otro, y, sobre todo, con las manos del otro, se transmite una energía que es la que usan los chamanes y los que hacen reiki para curar. Los médiums o los mentalistas la usan para ver más allá, para predecir, para fisgonear, digamos, la vida del otro y a mí me pasó todo eso. Sentí una sensación muy fuerte, difícil de explicar, era como si mi mano se hubiese fundido con la de él. A la ola ésta, que podríamos llamar “energética”, se le sumó un dolor dulzón en el vientre, o en el pecho, o en ambos. Y la certeza casi psicótica de que era él, de todas las personas en el mundo, sólo él.

Lástima que una mano-otra, la de mi novio en ese entonces, me sacó abruptamente de la suya y de mi loco ensueño, y me envolvió como en una bruma durante apenas veinticinco años, en los que pesó más la moral que la ética y las buenas costumbres más que el amor. Cerré la visión como si fuese el Impenetrable Chaqueño, la llené de maleza, mientras atravesaba por todos los derroteros del amor moderno: la banalidad, el escarnio, la soledad profunda y duplicada de lo que no tiene gollete, el placer superficial, la angustia, el vacío existencial, y esa sensación insoportable de perder el tiempo inexorablemente y sin remedio, como una enfermedad recidivante, creyendo que el amor se puede encontrar de los ojos hacia afuera y no del corazón para adentro.

Él, por su parte, tuvo que atravesar sus propios avatares, como un personaje de Haruki Murakami, entró en la vida infernalmente huracanada de mi padre y salió sin mácula, lo que, desde ya, no es para cualquiera. Soportó la muerte de todas las formas posibles, la de allegados suyos y míos, de proyectos y negocios, de ilusiones y hasta tuvo el tupé de hacerle cabriolas a su propia muerte electrocutándose en un accidente casero de lo más vulgar. De todo salió indemne y, ya saben, “Lo que no te mata, te fortalece”.

Lo más lindo es que siempre sospeché que lo que yo buscaba existía en algún sitio, pensé en las reuniones de solas y solos. Imposible, ya es raro que uno intente conocerse bien a sí mismo como para coincidir de buenas a primeras con otro igual de perdido que uno. Consulté con tarotistas, con maestros espirituales, con brujas y más o menos me decían lo mismo, vas a encontrar a tu media naranja ya peinando canas y después de rechazarlo muchas veces. Está dentro de tu entorno, un amigo de hace años. No se me escapaba que podía ser mi ex-concuñado, mi actual mejor amigo, incluso en una ocasión le dije a una amiga experta en leer el futuro y novia de Kurt en ese momento: 'Mirá Martuchi, esa descripción corresponde punto por punto a mi amigo Kurt, tu Kurt, pero es imposible. No puede ser él!'

Otra vez me dejé tentar por lo que me habían contado: según una costumbre muy antigua, si uno coloca una porción de torta de casamiento debajo de su almohada sueña con el amor de su vida. 'Sale y vale' dije yo, y envuelta en nylon puse una porción de torta debajo de mi almohada. Esa noche soñé que el hombre de mis sueños estaba pintado de mis colores, esto es: castaño, de ojos verdes, que conocía mi casa familiar, a la que, también soñé, me venía a buscar. Lo hizo mil veces!

En una ocasión fuimos de visita a su pueblo natal, me encantó el pueblo, su familia, su casa paterna y él. Me acuerdo que pensé: Ojalá me enamorara de alguien como él, sería perfecto! Sin saber que sólo diciéndolo uno ya pone a Cupido sobre la pista. Es decir que desde que nuestros caminos se entremezclaron, aquella noche del baile, nos cruzamos en numerosas ocasiones tanto en la playa como en la ciudad y terminamos siendo amigos inseparables. Aclaro que esto se daba de esa forma sólo porque yo no aceptaba sus declaraciones de amor, ni cedía a sus eternos intentos por convencerme de que éramos el uno para el otro. A lo que yo respondía con las palabras de Moliere: “El amor no se da por mérito sino por capricho.” Y estaba equivocada en todo, ahora entiendo que el amor se da porque Dios decide que sí hiciste suficiente mérito, quizás Moliere discutía con los Kabalistas de su época.

Conocí a casi todas sus novias, me acompañó en todos mis penares amorosos, fue invitado de honor en mi casamiento anterior, hasta que mi matrimonio decantó en una somnolencia previsible y recurrí una vez más a la ciencia y a la mística en una búsqueda frenética y desesperanzada de felicidad.

Mi amiga, la tarotista que ya mencioné, una mujer de una visión tan clara como imperturbable, Martita, la que salía con él, que parecía coincidir con Freud en que “la clínica es soberana”, la misma que me describió años atrás a mi mejor amigo en mi futuro sentimental, me hizo escribir mis intenciones y comenzó a mandarme energía para que yo encontrara el amor. Cada cual con su ciencia, mi incursión en la Kabalá la hicimos juntos con mi marido, así como dicen los grandes sabios que en el camino espiritual uno avanza recién después de casarse (especialmente con su alma gemela) En fin...Eso fue un jueves de diciembre, más de 20 años después de nuestro primer encuentro, y el sábado de esa misma semana me desperté soñando con un castaño medio pelirrojo que tenía dos lunares en la espalda. Confusa lo llamé a mi amigo Kurt para contarle lo que había soñado y concerté una cita para ponernos al día.

Cuando llegué a su casa, con un equipo de gimnasia, sin arreglarme y despeinada, él comenta: Estoy hecho una fiera con las mujeres. Mira, ahora mismo voy a lavarme los dientes y cuando salga te voy a besar. Me dio risa pero me quedé quieta, después de todo él era mi materia pendiente, nunca habíamos probado cómo se sentía, incluso hablándolo un día me había confesado que si alguna vez se acostara conmigo, no sabría por dónde empezar. Tenía un plan y además… tenía dos lamparones en la espalda que reconocí de inmediato, los famosos lunares.

Al poco tiempo, a raíz de una mudanza, encontré tirada una caja con cosas mías de adolescente, entre los recuerdos había escondido una carta escrita el día el de la “toma de mano” cuando tenía sólo 16 años y decía: “…en mi mente está Kurt, Kurt, Kurt. Y lo que más me atrae es saber que es imposible.”

Casi, casi, una premonición auto cumplida.

La sensación de extrañeza que me causó y el descreimiento fueron un solo golpe, pero estaban teñidos de una especie de alarma interior que me llevaba a sospechar que eso extraño a mí, convivía en la conciencia desde hacía años cubierto por un velo. Estaba ahí, me pertenecía, por más reprimido que lo tuviera o por más evidente que fuera. Uno de mis tres psicoanalistas me preguntó una vez: Y Kurt, por qué no?

Como alguna vez leí: el problema del hombre no es que no se le cumplan los deseos, sino que no sabe lo que quiere, no encuentra las palabras para expresarlo y yo pienso que ni siquiera reconoce cuando le es otorgado. Cuando se acercó y me besó, todas las piezas en mi vida empezaron a encajar. Toda mi existencia era arrastrada por este tsunami psico-físico descomunal. Finalmente caí en la cuenta de todas las veces en las que debiera haberme dado cuenta, de todas las formas en que me fue presentado y de todas las maneras en que me fue dicho.

Ojalá puedan atravesar todos los avatares de la vida para ser capaces de tomar la oportunidad de vivir con su alma gemela sin perder tanto tiempo como yo!!! Es inimaginable todas las vivencias y aprendizajes que contiene, tan impensable que quienes todavía no lo encontraron dudan de que exista. He escuchado de varios Maestros Espirituales que niegan su existencia material arguyendo que se trata de un mito o que las almas gemelas se encuentran dispersas entre muchas personas o son quienes están con nosotros en el presente. No, no es así, se los discuto hasta la muerte, sólo aquellos que lo encontraron pueden dar testimonio de ello, un ejemplo que veo claramente y que ustedes pueden observarlo también es el de Mario Sabán y su esposa Marisa Ventura, verlos juntos en sus videos que ellos llaman "Cabalá Urbana" dan un claro ejemplo, su dinámica es enternecedora y alegre.

Para cerrar quiero recomendarles un libro que además de ser una de las obras fundamentales de la Kabalá, habla ampliamente sobre el tema: "Shaar HaGuilgulim (El Pórtico de las Reencarnaciones) del Rabí Isaac Luria (el Arisal), escrito por su alumno Jaim Vital y editado por Obelisco.

CB Cernadas

Una experiencia personal sobre las Almas Gemelas según la Kabalá que vale la pena contar.

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