Yo siempre fui muy curiosa, muy estudiosa, muy lectora e inquieta a la vez. Estudié y trabajé toda mi vida, me sentía independiente y dueña de mi tiempo y de mis posibilidades. Pero no lograba estabilizarme en el amor y mucho menos en lo económico. Me sentía sola y debía controlar todos mis gastos, no me faltaba lo esencial, pero no lograba levantar la cabeza de la simple supervivencia por más horas que trabajara.
Esa realidad no era la de mi familia de origen, ellos tuvieron distintas épocas, con períodos de abundancia y períodos de un poco de restricción, momentos en que los 2 salían de casa a trabajar hasta que mi mamá dejó su trabajo y mi papá ocupó el lugar de proveedor asignado por las escrituras, esa época fué la de su mayor crecimiento económico e intelectual.
En mi juventud le reprochaba a mi mamá que no saliera a trabajar, como siempre, el tiempo nos va volviendo más humildes o menos soberbios.
Volviendo a mis confusiones, yo manejaba el auto rápido e insultaba a quienes hacían maniobras peligrosas, muchas veces me veía a mi misma tomando actitudes muy masculinas, uno es preso también del entramado social en el que se desarrolla, según el Lic Dizenhaus “los hijos se parecen más a su época que a sus padres” y yo crecí cuando empezaba todo el tema del empoderamiento de la mujer, el feminismo y todo eso que se fue haciendo cada vez más fuerte como discurso mientras yo iba fortaleciendo mi profesión.
Decidía sobre mi dinero y manejaba el hogar y a sus habitantes a mi manera, resolvía todo sin consultar y siempre con la renuncia a mano. Siempre pensando que todo se puede dejar y cambiar en cualquier momento, el trabajo, las relaciones personales, los amores, la casa, todo.
Pero a medida que iba adentrándome en el estudio de la Kabalá, fui aprendiendo sobre el lugar especial que tiene la mujer para los antiguos sabios, la mujer representa la vida, el calor del hogar, es el Shabat con sus velas, las comidas y la oración, es el equilibrio de los habitantes de la casa. Es el fuego.
La importancia de la preparación de la mujer no queda afuera de su lugar, porque tiene que ser fuerte para ocupar su lugar y eso no es desde la ignorancia. Porque no hay una relación de fuerzas desparejas si no todo lo contrario, fuerzas de igual magnitud pero ocupando diferentes funciones.
Dejar mi trabajo afuera y ocupar un rol mas femenino, incluyó dejar de manejar como un camionero y dejarme llevar como una reina a todos lados, también implicó no discutir más con los mecánicos que siempre me faltaban el respeto. Cambió mucho la relación de poder respecto al dinero en el hogar, aprender a ser mas respetuosa de la opinión del otro y ponernos de acuerdo antes de decidir cualquier cosa, ponernos de acuerdo los dos, considerando que el dinero que entra a la casa es de ambos y ambos debemos y podemos ser partícipes en partes iguales de su destino. Sorprendentemente nuestro hijo se volvió más hacia su padre, comenzó a ser más agradecido dejando de lado la rivalidad con él y la complicidad conmigo.
Fue todo un desafío para mi, especialmente el dejar un trabajo seguro en el estado para ocuparme de los enseres del hogar y de apoyar, acompañar, asesorar y compartir todos los proyectos de mi marido. Mis amigos y parientes todavía me preguntan si no me arrepiento de haber dejado de trabajar con todo lo que tengo estudiado.
Sin embargo, la Kabalá dice que las bendiciones económicas le llegan al hombre a través de la mujer, para ello mi marido vive intentando tenerme feliz, esperando sus bendiciones. Quién hubiera dicho que volverme “bíblica” me haría sentir completamente plena.
Y, encima económicamente fuimos creciendo en forma exponencial, por lo que tengo la posibilidad de pagar y decidir más que antes, pero en conjunto. Y aplico absolutamente todo lo que aprendí en este nuevo proyecto.
Dios nos sorprende cada año con bendiciones impresionantes.
Fue a pura ganancia!
Lic. C.B. Cernadas