La Kabalá, ofrece una perspectiva sobre el perdón que es auténticamente restauradora, destacando su importancia para la elevación espiritual y la armonía personal.
La Naturaleza del Perdón en la Kabalá
Tanto se ha dicho sobre el perdón y, sin embargo, cuando se dice que el maltrato deja sus huellas hasta en los huesos, al punto de estar prohibido comer carne de un animal que haya sufrido, vemos que no es tan fácil perdonar y olvidar. Ni tan sencillo borrar las huellas de su dolor sincera y profundamente.
Muchas veces he relacionado al ser humano con la técnica japonesa Kintsugi de reparar con oro. Esto implica que los objetos reparados cobran más valor y más belleza después de estar rotos y de haber sido reparados. Nuestra alma es un objeto valioso, nuestra mente es un recurso valioso, nuestro cuerpo es una vasija valiosa. Cómo quedaría reparada con oro? Y cómo discernir si en verdad no lo tapamos con barro o lo pegamos con arcilla? Para ello vamos a explicar las 3 palabras hebreas y sus relaciones con los niveles de perdón: selijá, mejilá y kapará y cada una revela un aspecto sobre el significado del perdón.
Selijá, Mejilá y Kapará
Selijá: La palabra salaj, ‘perdonar’, tiene las mismas letras que la palabra hebrea jasal, ‘terminar’. A veces uno puede sentir que no quiere perdonar. “¿Por qué debería perdonar? Si el otro no siente remordimientos? Si yo no hice nada para provocar su reacción? Si yo no tengo la culpa de sus vivencias?”. Pero la verdad es que, si no perdonamos, estamos permitiéndole al dolor del pasado seguir perjudicándonos en el presente. El odio muchas veces ata más que el amor.
Selijá es tomar la decisión de que acabamos con el dolor, acabamos con el dolor que alguien nos causó. Jasal ¡terminado! Vamos a dejar ir el pasado y enfocarnos en el futuro. Puede ser que no nos caiga bien la persona que nos hizo daño y que elijamos ya no estar a su lado, pero tomamos la decisión de seguir adelante y no dejar que esa persona y el dolor que ella causó controle nuestro presente.
Mejilá y Majalá: lleva el perdón al siguiente nivel. Mejilá también significa ‘túnel’, queriendo decir que escarbamos profundamente en nuestro corazón para arrancar el dolor. ¿Pero cómo podemos hacer eso? ¿Cómo podemos deshacernos del dolor y perdonar profundamente? Es decir, que no queden secuelas del dolor. La palabra mejilá, comparte su raíz con la palabra hebrea majol que significa ‘regocijo’. El Rey David dijo: “Afajta mispedí lemajol li”, ‘Tú has convertido mi dolor en regocijo para mí’. Nosotros podemos arrancar el dolor cuando nos damos cuenta que hay una razón de por qué teníamos que pasar por algo. A veces lo comprendemos a través de una carta astral kabalística, parece increíble pero si uno estudia en la Kabalá que existen las vidas pasadas, dado que existe la reencarnación de muchas maneras diferentes, lo que a simple vista es un sufrimiento insólito encuentra su vasta explicación en algo que debíamos aprender/reparar/corregir, etc. Y cuando pensamos en esto, en la pantalla completa solamente destinada a Dios, eso, extrañamente nos consuela y entonces podemos dejar atrás el dolor.
Si no podemos alcanzar la libertad que viene a través de mejilá, perdón, y estamos ocupados culpando a otros por lo que ha ocurrido o sintiéndonos víctimas inocentes, entonces cargamos con nosotros el dolor dondequiera que vayamos. Esto puede ser peligroso ya que las mismas letras de mejilá también forman la palabra majalá, que significa ‘enfermedad’. Nos estamos intoxicando al no deshacernos del dolor, un ejemplo de esto es el cáncer, dicen que el cáncer es un dolor vivido en soledad y yo agregaría en silencio y hasta en secreto.
Kapará: El paso final del perdón se llama kapará, que viene de la palabra hebrea kofer que significa ‘reemplazar una cosa por otra’. Y acá aparece de nuevo el arte de Kintsugi, de reparar con oro y que el resultado sea realmente bello, más valioso que antes. Que el odio y el rencor queden reemplazados por un amor nuevo y más luminoso. Eso es kapará, es limpiar toda negatividad y reemplazarla con un amor más fuerte y más profundo. A mi me resulta siempre beneficioso realizar la meditación en los 72 Nombres de Dios, me va llevando lentamente pero directo a la sensación de plenitud.
La Autoevaluación y la Reflexión
He aquí cinco caminos para perdonar que propone Debbie Gutfreund:
1. Mírate en el espejo. Reconoce que es difícil vivir contigo, que tienes imperfecciones y limitaciones con las que los demás tienen que lidiar todo el tiempo. Perdona las debilidades de los demás al igual que pasas por alto tus propios errores.
2. Piensa en grande. Piensa en Iom Kipur, (el día del perdón que figura en la Biblia, por ello un día importante para la Kabalá), como un mirador en la cima de una montaña que has escalado durante todo el año. Ve los días y sus momentos desplegados frente a ti. Prepárate para ver esta gran imagen de tu vida. Tus mayores objetivos. Tus creencias. Ve a cada persona en tu vida como parte de esa imagen. ¿Qué lección has aprendido de ella, incluso si aprenderla fue una experiencia dolorosa? ¿Qué mensaje te está enseñando Dios al poner a esta persona en tu vida?
3. Di algo. Pedir perdón no requiere una carta larga ni un discurso planeado con meticulosidad. A menudo con sólo “decir algo” alcanza. Lo que sea. Lo siento. Volvamos a comenzar. Quiero que hablemos. Es ese primer paso lo que socava el resentimiento arraigado.
4. Rompe el ciclo. En ocasiones, la dinámica de nuestra relación con las personas que amamos no es buena. Incluso si sientes que tienes razón, rompe la dinámica. Deja de tener la misma discusión una y otra vez. Ten la valentía para dejar la culpa de lado y decir: comencemos de nuevo. (O no nos veamos nunca más con aquellas personas con las cuales no hay manera de resolverlo.)
5. Perdona a la vida. En ocasiones sentimos resentimiento hacia otras personas por circunstancias de nuestra propia vida. Es más fácil culpar a las personas que enfrentar nuestras propias desilusiones. Necesitamos cambiar nuestra actitud y decir gracias. Por la vida. Por otra oportunidad. Por el mismísimo regalo del perdón.
La Importancia de la Reconciliación
Comencemos el año limpios y libres!!! El año nuevo kabalístico es el del calendario hebreo, por lo cual coincide con las fechas especificadas en la Biblia. La reconciliación es una parte esencial del perdón en la Kabalá. No se trata solo de liberar el resentimiento y el dolor, sino también de restaurar la armonía en nuestro interior y en nuestra vida. La reconciliación implica un acto hacia el exterior que nos sana hacia adentro. A veces es imposible realizarlo con la persona que nos ha dañado, en esos casos suelo pensar a quién se puede ayudar a superar lo mismo y ayudando al otro se desgasta nuestro dolor “hasta que quede seco y desabrido” decían en la película Policías del más allá, “el dolor te vuelve lento” y esa lentitud detiene tu progreso espiritual.
El gran maestro es el patriarca José o Yosef, según el Rabino Eli Levy:
“Yosef revela su identidad a sus hermanos, es bondadoso con ellos y no les guarda rencor. (...) Él les dice “No les guardo rencor, el Eterno me mandó aquí, no ustedes”. Si se vengaba de ellos, estaría negando que todo lo ocurrido en su vida fuera parte del plan magistral de Di-s para convertirlo en el que era. A los ojos de Yosef, ellos solo habían sido engranajes de algo mayor.
El rencor solo nos llena de veneno, nos intoxica de odio contra nuestros semejantes y no nos permite crecer. Por más grande que sea la herida y el dolor, no hay venganza que pueda curarla, más bien hace lo contrario. Aprendamos de Yosef y elevémonos por encima de nuestros enemigos y adversarios. No importa quién nos hizo qué.
Estamos donde estamos para poder crecer.”
Palabras finales:
La oración con Kavaná, con intención, es una buena forma de avanzar hacia nuestra liberación total, recordemos que lo que nos provoca rencor sin ninguna elevación es inútil, pidámosle al Todopoderoso que nos libere de todo dolor, de todo rencor, que nos quede libre el corazón para poder disfrutar de este camino de aprendizaje constante, pidamos la elevación de cada chispa divina en nosotros. Nada es imposible para Él.