Para empezar vamos a definir el término catástrofe: “La palabra "catástrofe" proviene del griego antiguo καταστροφή (katastrophé), que significa "revolución" o "vuelta". Se compone de las raíces κατά (kata), que significa "hacia abajo" o "contra", y στροφή (strophe), que significa "vuelta" o "giro" o “astro”. En resumen, la etimología de "catástrofe" revela su origen en el concepto de un giro o cambio abrupto, especialmente uno negativo y destructivo respecto a lo esperado, como lo es el movimiento de las estrellas. Sin embargo, se aplica asimismo en las buenas noticias o las sorpresas agradables que, de la misma forma, trastornan nuestras costumbres y nuestro organismo lo vive como estrés y reacciona como si se tratase de algo negativo. La razón es que se trata de un evento que corta el circuito normal de nuestra vida.
En tiempos de catástrofes, y las hay de todas clases en el mundo hoy, guerras, terremotos, tsunamis, pandemias, etc. hay algunos consejos que nos da el Dr. Jacob L. Freedman que me parecieron simples y extraordinarias a la vez. El Dr Freedman como psiquiatra clínico que lleva una década trabajando en Jerusalén, alienta a sus pacientes a recordar que todos tenemos la capacidad de estar a la altura del momento.
Plantea que hay que tener en cuenta los siguientes puntos, opina que están dentro de nuestras capacidades el experimentar crecimiento postraumático en lugar de trastorno de estrés postraumático:
1. Lo que yo le dije siempre a mi hijo: cuando no sepas qué hacer, ayuda a alguien. Por mínimo que sea lo que se haga, el ponerse en la postura de cuidar nos fortalece a ambos.
2. “Sé consciente de tus emociones. Es normal sentirse estresado, enojado, triste, asustado, furioso, abatido, aterrorizado, y experimentar prácticamente todo lo que pasa por nuestra mente. No debemos patologizar la gama esperada de emociones que inevitablemente sentiremos al sonar las sirenas...”. Hacer consciente nuestro estado interno “facilita aún más nuestra capacidad para reinterpretar los sentimientos angustiosos como una respuesta natural y biológica, en lugar de un pánico psicológico catastrófico.”
3. Mantén tu rutina cotidiana. La interrupción del sueño, el trabajo, la escuela y nuestra rutina diaria hace que surjan con mas fuerza la irritabilidad, la desorientación, la abulia o la tristeza. Aunque no podemos controlar los acontecimientos exteriores, sí podemos esforzarnos por mantener nuestra economía psíquica (en el sentido de aquello que nos equilibra y nos sostiene psicológicamente) y nuestros ritmos circadianos lo máximo posible. Por ejemplo, durante la pandemia la mayoría de los estudiantes tuvo que hacer todo un proceso de reorganización de sus tiempos y actividades, en casa tuvimos la precaución de seguir nuestras costumbres horarias, de trabajo y de movimiento. “Tomar suficiente sol, hacer ejercicio diario y comer saludablemente puede hacer maravillas para reducir la inflamación sistémica asociada con tiempos de estrés.” Aconseja el Dr. Freedman experto en estos padecimientos.
4. Mantener una perspectiva optimista para nosotros y nuestros seres queridos durante estos disturbios sociales y/o naturales (lo que incluye acotar la exposición a las noticias que suelen hacer hincapié en lo malo por esa fascinación del ser humano por el horror) es una clave para el bienestar. Habría que poder encarar cada día como un desafío nuevo, con ese entusiasmo que uno tenía en la infancia.
Espero que estos pequeños pero imprescindibles tips les sean de utilidad en todo aspecto de su vida en que puedan aplicarlos. Recuerden que, según Freud, el humor y el arte son los recursos del ser humano para salir del trauma.
Lic. CB Cernadas.