Siempre encontramos en la vida desafíos en los que se mide nuestra tolerancia a la frustración, al abuso de poder o a la falta de respeto, ojalá hubiera conocido antes este concepto “uno con Dios es mayoría” porque me habría calmado sentir que no estaba sola con todo.
Cada vez que me he encontrado en la vida con una situación de injusticia o desventaja hacia mi y me he tratado de defender no me ha resultado beneficioso (“Tonto es quien solo se defiende” dice mi abogado claramente influenciado por su materia) pero en aquellos casos, varios también en los que me ha tocado ser testigo involuntario de una acción injusta contra alguien en inferioridad de condiciones, en la medida de mis posibilidades he optado por ser temeraria en vez de cómplice.
Quiero decir en aquellas circunstancias en las que el silencio nos convierte en cómplices de los victimarios, tuve un debate interno donde intentaba dilucidar si aquello que me provocaba la acción era mi ego o si, por el contrario, la incomodidad era evidente y lo único que me movilizaba era ese bendito sentido de la ética y la fragilidad de mi sueño donde la menor culpa me lleva al insomnio.
Toda vez que estuvo dentro de mis posibilidades activé la acción en solitario que me llevó a desligarme de la culpa y el malestar de la inacción al malestar de una actitud proactiva de defensa de la persona en cuestión, jamás tuve ningún problema, ninguna represalia, nada de nada al contrario, podría jurar que tuve bendiciones inesperadas luego.
“Uno con Dios es Mayoría” significa que si tus acciones están dentro de las especificaciones de la biblia, Dios está contigo y nadie puede contra ti. Como dice la biblia en Proverbios 31:8-9
“Alzad la voz por los que no tienen voz, por la justicia de todos los desposeídos. Alzad la voz, juzgad con rectitud y defended la causa de los oprimidos y necesitados.”
Y, está visto que cuando se cumple este proverbio el cielo nos protege, de eso tengo muchos ejemplos, y la prueba irrefutable de que sigo viva.
Por ejemplo una vez tuve de paciente un niño de un instituto de menores con casos bastante complicados, niños violentos o que ya habían estado delinquiendo, este niño en cuestión estaba internado unos días por un diagnóstico, durante las sesiones me confesó que le temía a un enfermero porque le hacía el “golpe de la lechuza”, yo estaba sorprendida de que un chico de estas características pudiera temerle a un enfermero de un hospital neuro psiquiátrico infanto-juvenil, era impensable para mi, no obstante le pregunté qué era eso del golpe de la lechuza, el niño acostumbrado a no delatar por no padecer consecuencias peores (aprendizaje de instituto) me mostró con gestos de la mano que se trataba de un golpe de puño en la cabeza de arriba hacia abajo que obligaba a la víctima a girar la cabeza como una lechuza, de allí su nombre.
Quedé horrorizada y enfurecida. Lo comenté con mi directora y me envió a hablar con el director del nosocomio, me dirigí al despacho del director y me pidió que hiciera ingresar una nota por mesa de entradas, lo hice pero noté una actitud negligente y hasta tolerante. Indignada hice una denuncia afuera en la comisaría y al día siguiente realizaron una auditoría en todo el hospital y separaron al enfermero de su cargo prohibiéndole el contacto con los niños hasta finalizar la investigación. El enfermero, por su parte, me prometió que me iba a cortar el cuello con un gesto de su mano. Pero no he vuelto a verlo después de esa ocasión.
Este es un caso concreto, pero suele ser una constante en mi vida, no que yo vaya a buscar los problemas si no que se presenten ante mi y yo no pueda mirar a un costado. Que internamente decida que es algo intolerable y que me llame a una acción concreta, todo de la forma mas anónima posible, luego de lo cual ya deja de perturbarme mi conciencia y continúo con mis cosas como si nada hubiera sucedido. Nunca resulté herida en lo más mínimo, ni cerca estuve de estar en peligro. Cómo se lo explican? Yo con el dicho “Uno con Dios es mayoría”, si la intención es la correcta quedarás protegido, doy fe.
Cuando lo aprendí se volvió claro para mi este punto. Ahora cuando estoy en una situación que me genera miedo, estrés o sensación de peligro y yo considero que es correcto lo que hago me repito como un mantra “Uno con Dios es Mayoría” incluso en circunstancias en las que le fe (emuná) flaquea un poco, también es efectivo recordarlo en esos momentos.
En esta época de Janucá, que es fundamentalmente un portal en el cielo, se abre la posibilidad de estar agradecidos, de saberse bendecidos, protegidos, custodiados por Mensajeros de Dios, a no perder de vista todos los milagros que nos rodean a diario!!!
¡Feliz semana de milagros!
Lic. Cecilia Cernadas.